Resulta severamente angustiante el hecho de que la educación no esté en absoluto en debate público. Ciertamente, y es comprensible en los momentos actuales, está muy de moda las discusiones sobre materia económica. Los licenciados en ciencias económicas se pasean por varios programas de televisión. Actualmente, en el ágora es muy común escuchar intercambios de opinión sobre inflación, devaluación, dólar, impuestos y otros menesteres.
Lo que resulta insólito es que nadie hable sobre educación. Como ya decían tanto Sócrates como Borges, el común de la gente no tiene por qué saber de temas específicos. (De hecho desde este blog, creemos seriamente que ni siquiera los argentinos egresados en ciencias económicas saben de economía, a la luz de los resultados conseguidos en el último siglo). Ellos ejemplifican con el típico caso de que si uno se enferma, no va a hacer una encuesta para sujetar a votación qué medicamento ingerir, sino que se convoca a un profesional en ciencias médicas.
Lo que surge de esta analogía es que no necesariamente las mayorías tienen que saber de economía. Y, por consiguiente, las mayorías pueden tener teorías totalmente equivocadas sobre cómo solucionar los problemas económicos. Vamos a tomar un ejemplo tangible. La ley de Convertibilidad, comúnmente conocida como "el 1 a 1". Dicha ley ha sido demonizada, y muchísimos argentinos (incluso economistas profesionales) hablan de ella como "ficticia" y culpable de la crisis de 2001. La realidad es que no fue así, en absoluto. La economía es una estructura, y como toda estructura, todos sus elementos están corelacionados. En este aspecto, ¿la mayoría de los ciudadanos comprenden el concepto de "estructura"? ¿Lo entendieron en el colegio secundario?
Lo que podemos pensar es que el economista, cual malabarista, sabe que cada movimiento, cada elemento que toque, va a modificar al conjunto entero de la economía. Vayamos a un ejemplo concreto: si el gobierno decide ponerles impuestos a las bebidas alcohólicas no sólo van a verse reducidas las ventas de las bebidas alcohólicas (porque estarán más caras) sino también, por ejemplo, la Coca Cola. ¿Por qué? Porque la gente suele tomar Fernet con Coca. Si bajan las ventas de Fernet, inmediatamente bajarán al unísono las ventas de Coca Cola. Esto es representativo de la noción de estructura.
Vemos entonces que un ciudadano que no tiene en su educación estas nociones básicas puede verse engañado por los gobiernos (e incluso festejarlos y votarlos). Verbigracia, suele ocurrir que gobiernos presenten una falsa lucha contra la inflación con herramientas como "controles de precios". Un producto tiene al menos 3 variables, el precio no es la única variable (ciertamente esta es la más evidente, con lo cual "solucionando" esta puede generarse en el ciudadano sin los conocimientos necesarios la impresión de la resolución del problema, sin embargo esto no es más que un espejismo). Cuando se obstruye una variable, pueden empezar a modificarse alguna de las otras variables. En este caso, si se congelan precios en una economía inflacionaria puede producirse o una baja en la calidad del producto y/o desabastecimiento. Esto ocurre porque el productor al reducirse su capital no puede lograr la mejor calidad y/o no puede cumplir con la demanda.
Una pequeñe disquisición aparte merecen los controles de precios. Según el premio Nobel de economía Von Hayek hay una contradicción absoluta entre la democracia y los controles de precios. Es un oximoron. Un podría esperar controles de precios en una dictadura, pero nunca en una democracia. Es totalmente anti democrático imponerles a los comerciantes un techo a los precios de sus productos. En una democracia se supone que los ciudadanos tienen que manejarse en libertad, no deberían verse obligados a no poder ponerles ellos los valores a su propiedad privada. Entonces surge otra contradicción, ¿cómo puede haber ciudadanos que estén a favor la democracia (lo cual se supone lógico) pero al mismo tiempo también a favor de los controles de precios? Evidentemente hay una carencia de pensamiento asociado en una situación así.
Lo que debemos saber es que el sentido común, aunque una enorme mayoría de las personas tenga una connotación positiva sobre él, es malo, es fementido. Si nosotros nos sentamos a observar el sol todo un día desde que sale hasta que se pone vemos que el mismo se "ha movido", mientras que nosotros permanecimos "quedos". En este caso el sentido de la vista nos estaría indicando que el sol se mueve y nosotros no. Sin embargo sabemos que esto no es así, en este caso el sentido de la vista nos insidia. La realidad es que quienes nos estamos moviendo somos nosotros y el sol, que es el centro del universo, es el que está quieto. Creer que congelar un precio implica una batalla exitosa contra la inflación no es más que un engaño del sentido común.
Dentro de esta noción de estructura la Convertibilidad pudo haber sido uno de los elementos presentes en la debacle de 2001, pero no fue el fundamental. La función de la Convertibilidad era destruir a la inflación, y eso lo consiguió a la perfección. Pero vean esta noción de estructura y como hay todo un efecto dominó. Al no haber inflación, como primera consecuencia bajan considerablemente las tasas de interés, ya que las tasas de interés existen para que la gente ahorre. Si hay inflación alta, la tasa de interés tiene que estar alta (porque de lo contrario nadie ahorraría, nadie pone plata en un plazo fijo para ir a pérdida). Y como segunda consecuencia, al haber tasas de interés bajas los emprendedores tienen más facilidades para conseguir créditos y abrir nuevas empresas, generando así más empleo. La Convertibilidad fue un éxito desde todo punto de vista. Pero la gente no lo sabe.
¿Qué ocurrió entonces en 2001? Que la Convertibilidad no le permitía emitir al Banco Central más pesos que los dólares que ingresaran al país. ¿Qué se hacía cuando no había suficientes pesos para pagar una obligación del Estado? Se recurría a la deuda exterior. Una solución muy simple y sencilla. El problemón vino cuando el exterior (para ser exactos una señora llamada Anne Krueger, la presidenta del FMI) dijo: "no te presto más dinero".
¿Entonces sí la Convertibilidad fue el problema? Bajo ningún punto de vista. ¿Fue la deuda entonces? En términos técnicos no, el problema originante fue el déficit fiscal. Sin déficit fiscal, no hay necesidad de tomar deuda. Pero ¿qué es el déficit fiscal? Simplemente tener los números en rojo, véase gastar más de lo que ingresa.
Ahora bien, ¿cómo le hacemos entender esto a los argentinos? Los argentinos quieren fútbol gratis, hospitales públicos, escuelas públicas, precios cuidados, subsidios a la industria nacional, jubilaciones, Estado presente, elecciones, aerolínea estatal, canal de tv estatal, obras públicas, policías en las calles, redistribución de la riqueza, etc. Tampoco se muestran muy interesados en reducir la cantidad de políticos. La pregunta es ¿cómo se financia todo eso? Porque es muy lindo pedir cosas. ¿Pero entienden que a eso hay que pagarlo?
Hoy en día la tremenda inflación es pura y exclusivamente culpa del Estado. La inflación es la forma de pagar los balances en rojo del fisco, simplemente imprimen billetes sin ningún tipo de respaldos. Por ejemplo, si al erario público no le alcanza para pagar los sueldos, simplemente imprime billetes para financiarse. Esto es directamente inflacionario. Esto es lo que la Convertibilidad no permitía. Si el fisco estaba agobiado no podía recurrir a la impresión de billetes. La misma situación ha ocurrido en Europa en la última década en países como Portugal, Grecia e incluso Italia (países que no tienen moneda propia, es decir que no tienen la potestad de imprimir billetes, sino que tienen el Euro).
En resumidas cuentas, la inflación es hija directa del déficit fiscal. El endeudamiento es hijo directo del déficit fiscal. La alta presión impositiva es hija directa del déficit fiscal. En otras palabras, los argentinos hacen mal si se enojan con un presidente por tomar deuda, lo que deben hacer es enojarse por la causa por la cual el presidente quiere tomar deuda. ¿Para qué es la deuda? ¿Por qué hay que endeudarse?
Vamos a suponer ahora que un especialista encuentra la solución a la inflación. De este blog se propone directamente eliminar la moneda y utilizar el dólar estadounidense (aunque hay otras alternativas interesantes, como la creación de un dólar argentino con convertibilidad con el promedio entre el dólar australiano y el dólar canadiense, países similares a la Argentina). La dolarización exterminará la inflación y por consiguiente, como habíamos comentado recientemente, bajarán las tasas de interés y así las pymes podrán obtener créditos más accesibles.
Sin embargo, la dolarización es una bomba de tiempo. Si bien este blog está totalmente a favor de ella, sabemos que si no se la acompaña desde lo fiscal el proyecto terminará explotando también. Porque no se deben repetir los errores de emisión de deuda. Para que todo funcione bien, el déficit fiscal debe ser cero. Y no sólo cero, sino que esto debe ser con bajos impuestos. Porque no tener déficit fiscal, pero matando a la gente a impuestos, también le impide al país crecer. Los impuestos tienen que ser lo más bajos posibles. Y esto conlleva que el Estado no pueda tener miles de miles de empresas a su mando.
Una pequeña reflexión, llama poderosamente la atención el nivel de ignorancia y falta de imaginación por gran parte de la población, la cual pareciera desconcertada y temerosa ante la posibilidad de la desaparición del Banco Central. Vamos a suponer que de la noche a la mañana desaparece esta espantosa institución y al mismo tiempo también lo hace la moneda, de repente el país no tiene moneda nacional. ¿Ustedes piensa que toda la sociedad entera se quedará de brazos cruzados totalmente petrificada y esperará la muerte por inanición por no poder tener una moneda con la cual comerciar? Bueno, eso sí que es distópico. Si la moneda nacional de la noche a la mañana desapareciera, la vida seguiría tranquilamente como si nada ocurriera. Todos los ciudadanos seguirán saliendo a trabajarr para ganarse el pan de cada día. La gente no depende de forma ineludible de los gobiernos para proveerla de billetes. La humanidad siempre ha demostrado su capacidad de adaptación y supervivencia, encontrando soluciones innovadoras en tiempos de escasez. Si los billetes del gobierno no existieran, la acción humana se pondría en marcha y se inventarían alternativas, como el uso del oro o monedas extranjeras. La historia demuestra que la moneda es un invento del sector privado, no una creación gubernamental.
En tiempos de necesidad, la gente encontrará formas de trabajar, intercambiar bienes y servicios, y encontrar su propio camino hacia la prosperidad, sin depender de una banca central impuesta por el Estado. Lo verdaderamente distópico es ese mito que el poder ha desparramado cual virus estupidizante en la población, aterrándola de una situación totalmente imposible de que ocurra en caso de que fehacientemente el Banco Central desaparezca. La vida y el comercio seguirán desarrollándose con absoluta normalidad a través de la acción humana.
Por otra parte, en el epígrafe del presente texto se cita al pensador y economista tucumano Juan Bautista Alberdi, el autor intelectual de la primera Constitución Nacional. Probablemente junto con F. V. Sarmiento los dos máximos próceres de este país. Ahora bien, ¿quiénes nos han inculcado esa cultura de ignorancia y ocio? Los españoles, por supuestos. Los argentinos estamos subsumidos en una dialéctica dañina (comúnmente llamada "círculo vicioso") que nos tiene enteramente atrapados y no nos deja salir: la herencia peninsular (agregamos nosotros, ultracatólica). Según Alberdi, nuestra "Madre patria" no fomentaba el trabajo en sus colonias porque quería tener el monopolio de la producción, además a los países latinoamericanos no les hacía falta producir ya que estaban llenos de oro. Los españoles (quienes ya de por sí, agregamos nosotros, al ser ultra católicos y por consiguiente atrasados, no tienen muy arraigada la cultura del trabajo que digamos) les enseñaron a los criollos a consumir, pero no a producir. De aquí el odio visceral hacia el atraso de España por parte de Alberdi y Sarmiento. Y justamente por esto (entre otras cosas, como se ha visto ya en este blog, el profundo hincapié del padre del aula por educar a los argentinos en una escuela de visión positivista anglosajona).
Esto quiere decir que incluso una idea maravillosa puede llegar a terminar en el cadalso si los argentinos no entienden más sobre economía. ¿Entonces cuál será el problema fundacional a resolver? ¿El económico o el educativo? Mientras los argentinos sigan pensando como piensan ni el mejor economista de la historia de la humanidad podrá resolver los problemas, ya que este tipo de medidas económicas, para perdurar en el tiempo, deben ser apoyadas y respaldadas por la población. Por el contrario, un pueblo ignorante, ante el menor problema que aconteciere, repudiará cualquier tipo de medida económica, incluso las que estén en la dirección acertada.
Nosotros pregonamos que es indispensable para un individuo poder lograr un título superior, un requisito ineludible para poder decodificar las situaciones del país. Pero, al mismo tiempo, no es suficiente. Es condición necesaria, pero no determinante. El individuo necesita, también, una auto educación, necesita del autodidactismo. La educación formal no alcanza, ya que son los propios políticos ignorantes los que la crearon. Los individuos necesitan leer libros, aprender, ver videos en YouTube, investigar, informarse, hacerles preguntas a las inteligencias artificiales, seguir estudiando por cuenta propia. Estudiar con una IA es una enorme ventaja respecto a cómo se estudiaba en el pasado. Imaginemos la siguiente situación, estamos mirando un documental o una clase en YouTube (con la enorme ventaja que da YouTube de pausar el video y retroceder, cosa que en una clase de carne y hueso resulta imposible), si nosotros no entendemos algo o no nos resulta diáfano, podemos preguntarle inmediatamente en tiempo real a la IA sobre ese concepto. Hasta antes del advenimiento de las IA, nosotros debíamos hacer esa consulta en algún foro y esperar a que alguien nos contestara. Hoy en día tener la IA, la cual nos responde de inmediato, es prácticamente como tener un profesor particular gratuito al lado nuestro para que nos explique dudas que tengamos.
Si nos fijamos, insólitamente hay sí una aceptación generalizada de un tipo de educación paga que no está mal visto (extraño en este país donde todo el mundo quiere todo "gratis"). En general, está aceptado socialmente que pagar por aprender inglés no es un gasto, sino una inversión (lo cual es totalmente correcto). Las personas usualmente aceptan pagar el estudio del idioma dominante sin problemas, porque entienden que saberlo les brindará más beneficios que el dinero guardado en su billetera.
Interesante sería pensar que no sólo en inglés, sino en absolutamente todo tipo de aprendizaje es así. Veamos la diferencia entre la educación particular privada y la escuela pública. En la escuela no aprendemos lo que queremos, aprendemos lo que la escuela quiere que aprendamos. En cambio, contratando un profesor particular nosotros le exigiremos qué queremos ser enseñados. Pagar les brinda a los consumidores la posibilidad de elegir el contenido. Y el profesor tendrá que limitarse a esos contenidos y ninguno más, porque en caso contrario perderá su trabajo. Todo dinero gastado en educación es un dinero bien gastado. Incluso proporcionalmente mucho más eficiente que mantener las escuelas públicas con el pago de impuestos, porque al no haber un contrato directo de contratación, el docente sí podrá perder el tiempo en enseñar lo que a los alumnos no les interesa. Y contémplese otro gran detalle, usualmente lo gratuito es de una calidad muchísimo menor, cuando uno ve algo "gratis" suele dudar. Alguna trampa debe de haber. Efectivamente en el caso de la educación, al ser gratuita, evidentemente tiene una trampa detrás. Siempre es bueno considerar la posibilidad de rechazar lo gratuito.
En concordancia con lo dicho, esto nos remonta a la comparativa entre la educación espartana y la ateniense. Fíjense que en Esparta la educación era obligatoria y sin arancel (al igual que nuestra escuela pública actual) y estaba centralmente dirigida por el Estado. ¿Qué era lo que se enseñaba allí? Obviamente a venerar al Estado: los egresados salían de allí convertidos en hábiles guerreros cuya única función era dar la vida por Esparta. Mientras tanto en Atenas, la educación era privada, era particular y por supuesto NO obligatoria. Los ciudadanos debían ellos mismos buscar a sus maestros para poder aprender (es conocida la academia de Platón, una academia privada no estatal). Allí el estudiante aprendía lo que deseaba aprender.
En resumidas cuentas, en Esparta la escuela no tenía como fin tener ciudadanos que aprendieran lo que quisieran, sino tener ciudadanos que supieran defender al Estado. Y por supuesto esto era obligatorio. Por el contrario, en Atenas la educación era libre y no obligatoria, el ciudadano aprendía lo que quería aprender. En Esparta el egresado terminaba sumiso al Estado, en Atenas el egresado era un ser libre e independiente. Y por supuesto, la ciudad que mejores resultados, crecimiento económico e intelectual consiguió fue por supuesto Atenas, con su diversidad cultural.
La educación formal, como todo ente burocrático, suele seguir estructuras académicas rígidas, dejando poco espacio para la exploración individual y la creatividad. La autoeducación ofrece la flexibilidad necesaria para adaptarse a los intereses personales y las demandas cambiantes del mundo laboral. En un panorama donde la información evoluciona rápidamente, la capacidad de aprender de manera autónoma se convierte en un activo invaluable. En este sentido no solo es importante aprender (esto la escuela puede lograrlo), sino también aprender a aprender, aprender a "enseñarnos cosas a nosotros mismos".
La escuela, como todo aparato burocrático kafkiano, es una institución que se maneja a velocidad de tortuga. Las instituciones burocráticas suelen ser prácticamente estáticas, siempre atrasadas en el tiempo. Imaginemos que tenemos un profesor totalmente actualizado y modernizado, sin embargo los programas de las materias suelen ser viejos e ir muy detrás de las novedades. Y ni que hablar si ese docente ni siquiera él está actualizado. Es una suerte de freezer en el tiempo. Alumnos que entrarán al mundo laboral tal vez recién dentro de 5 años en el futuro, estudian programas viejos con docentes que estudiaron tal vez 15 o 20 años atrás. La escuela, lo demuestra la evidencia empírica, nunca está actualizada al verdadero ritmo de lo que debería conocer el alumno. De aquí como cobra importancia "aprender a aprender", quien sabe cómo aprender siempre tendrá la posibilidad de estar actualizado, porque con su cerebro ágil y entrenado podrá arreglárselas solo para poder aprender el contenido X nuevo que necesite.
Dicho sea de paso, los burócratas que hacen los programas educativos no dejan de ser políticos. A los políticos no les interesa el ciudadano, sólo les importan ellos mismos. Al político no le importará si aprendes o no, le importará quedar bien él. Y él quedará bien si más gente se egresa (independientemente de si hayan aprendido o no). Al político lo único que le importan son las estadísticas. Si más personas se egresan, aunque esas personas sean todas tremendamente ignorantes, él estará contento porque podrá mostrar que durante su gestión más personas consiguieron títulos educativos. Es por eso que los regímenes de aprobación son cada vez más laxos.
Opuestamente, en la educación privada el profesor necesitará indefectiblemente que el alumno aprenda. Si el alumno no aprende, como dijimos antes, el profesor perderá su trabajo. Para los burócratas, los alumnos son apenas un número estadístico; para los profes particulares, los alumnos son clientes, y como sus clientes, deben recibir el mejor servicio posible.
Por el contrario, la educación particular es totalmente dinámica. Nunca nada será perfecto, pero estará mucho más cerca de lo que puede estar la escuela pública centralizada. Mientras cambiar los programas y el currículum educativo lleva muchísimos años de debate entre burócratas, la educación privada es ágil, basada en oferta y demanda. El alumno no está atado a un programa estático que le indica lo que debe aprender.
Como apostilla a esto, deberíamos rememorar lo que comenta Hebert Spencer en el segundo capítulo de su totalmente recomendable libro The man versus The State. Este filósofo anarquista, quien aborrece el agrandamiento del Estado, observa como este influye incluso en la educación (para mal, por supuesto). Como todos sabemos, el Estado es un Leviatán gigantesco: es como una bola de nieve que crece y crece y crece sin fin. En este sentido Spencer remarca cómo la burocracia aumenta y aumenta y aumenta (de por sí ya un incordio muy perjudicial para los ciudadanos), lo cual para él ya es un error inexcusable: esa burocracia ni siquiera debería existir. Pero esto no termina acá, todo empeora muchísimo más cuando, encima de todo, ¡se crean carreras universitarias de burócratas! (Por ejemplo, licenciaturas en "gestión pública" o "administración pública"). En otras palabras, no sólo hay puestos burocráticos inservibles, sino también carreras inservibles donde se estudia y aprende cómo ser un (inservible) burócrata.
Retomando lo mencionado anteriormente, dediquémosle unos pequeñas pequeñas al aprendizaje del inglés. ¿Cuáles son las materias que más dinero les traerán a los alumnos? Inglés y matemáticas (e informática), sin lugar a dudas. La ideología de la escuela, sin embargo, los está perjudicando. Desde de este blog, observamos un fortísimo sesgo antianglosajón. La escuela pública, la cual ostensiblemente sigue la teoría proteccionista de defensa de un nazionalismo totalmente opuesto al liberalismo librecambista (esta visión proteccionista -totalmente equivocada- que sostiene que todo lo extrajero nos perjudica), impregna un odio visceral hacia Inglaterra. Se adoctrina a los niños desde pequeños mostrándoles todos los supuestos enfrentamientos de la Argentina con dicha nación (muchos de los cuales son enfrentamientos inexistentes que inventa la escuela pública). Esto produce psicológicamente un rechazo hacia todo lo anglosajón. Y esto indirectamente provoca un total rechazo hacia estudiar inglés. Muchísimos argentinos le tienen una absolutamente reticencia al estudio de la lengua más importante del mundo. Están negados psicológicamente. Consecuencia directa de esto, existe una pérdida de potencial económico para esos individuos y por consiguiente, obviamente, para el PBI de la nación.
La mayor y más preocupante carencia de la escuela, hoy en día, es que no está enseñando a razonar. Con suerte y siendo muy optimistas, está enseñando contenidos. Pero los alumnos no son enseñados a usarlos. Los alumnos aprenden a copiar y pegar de internet, mas no a relacionar los conceptos que copian y pegan, en ese momento empiezan a naufragar o directamente a ahogarse en un vaso con agua. La escuela, actualmente, no está fomentando en absoluto la sed de conocimiento, la sed de superarse, de seguir aprendiendo y mejorando. La escuela hoy en día apoltrona a los individuos, no les contagia ganas de cultivarse como individuos, únicamente está preparada para formarlos para el mercado laboral y nada más, pero no para construirlos como seres humanos que usen la razón.
Podemos observar que la población ha caído en errores conceptuales básicos. Uno de ellos es el mito de creer que todo es ideológico. Grave error, si se parte de esa base, se parte de una equivocación. Ergo, hay una creencia generalizada en gran parte de la población de que incluso "la no ideología es ideología neoliberal". Este es un pensamiento muy fascista, porque asocia a quien no piensa como uno con el enemigo. "O estás conmigo, o sos mi enemigo". Este pensamiento no tolera matices. Para fundamentar esa creencia, se basan en que una ideología "buena" debe denunciar toda la opresión de parte de las clases dominantes; en cambio la supuesta "no ideología" se torna cómplice de las clases dominantes por no denunciarlas. Uno de los marcos teóricos que respaldan esta postura es el pedagogo brasileño Paulo Freire y su libro de cabecera Pedagogía del oprimido (1964). En nuestra visión, este es un libro que hace mucho mal, ya que victimiza a los supuestos oprimidos (e indirectamente les quita incentivos para salir adelante, ya que les presenta un panorama totalmente obscuro en el que están condenados a sufrir abusos por parte de una clase social que les impediría crecer. Es una invitación a resignarse y no poder salir adelante, como si su destino ya estuviese totalmente sellado y dictaminado) y fomenta el odio de clases. Además, esa mirada tan dicotómica está totalmente equivocada cuando sostiene que un docente que no incurre en ideología es un cómplice del neoliberalismo, no barajan de la posibilidad de que simplemente sea un docente que no tiene ganas ni voluntad de compartir su subjetividad personal y que quiere pura y exclusivamente su enseñar materia.
Retomando, se argumenta que la escuela no sólo sí o sí tiene ideología, sino que debe tenerla. Es cierto que la escuela tiene ideología, pero este blog quiere labrar en actas que no siempre la tiene. Por caso ¿qué ideología puede tener una materia como Gramática? Es imposible que esa asignatura tenga ideología, nadie puede calificar de ideológico que determinada construcción sintáctica sea un objeto directo o que determinada palabra sea un verbo, o un sustantivo o un adjetivo. Ahí no hay apreciaciones de ningún tipo. Un verbo es un verbo y punto. Lo mismo con Matemáticas (no hay ideología en la raíz cuadrada de 81), Dibujo Técnico o Electricidad. No hay ni puede haber ideología en el área de ciencias exactas. Sí, por el contrario, evidentemente hay ideología en materias del área de ciencias sociales.
Por cierto, lo ideal sería que las instituciones académicas se despojen todo lo posible de la ideología. La escuela tiene que ser la positivista de la ley 1420 de Sarmiento. Lo más saludable sería que incluso en el área de sociales los docentes ofrezcan todas las miradas posibles, sin ningún tipo de distinciones ni favoritismos, y que el alumnado sea quien confronte con su percepción de la realidad qué marco teórico/autor es el que más se acerca a esta. En el caso de Economía (materia que sin lugar a dudas debería ser obligatoria en todos los colegios, visto el enorme problema que ha tenido nuestro país históricamente en materia económica), sería excelente que los docentes presenten textos tanto de "x", como de "y", como de "z"; pero sin dar su sesgada opinión en ningún momento de la clase al estilo "a mí gusto 'y' tiene razón, 'x' y 'z' están equivocados". Esas opiniones, deberían ser dejadas, en todo caso, para el recreo.
Esa es la diferencia que tanto remarcaban los antiguos filósofos griegos entre doxa 'opinión' y episteme 'ciencia'. La escuela tiene que ser episteme, tiene que ser ciencia, tiene que ser datos, tiene que ser académica: tiene que ser una escuela positiva, en la cual esos datos puedan ser contrastados contra la realidad. Para la opiniología está el recreo, la plaza o el bar de la esquina. En la instituciones educativas no debe haber lugar para los opinólogos, no debe haber lugar para la doxa, la escuela es el lugar de la episteme. Las instituciones académicas tienen que tener como única e indefectible función combatir y exterminar el germen de la ignorancia
Entre tanta falta de información, otro de los engaños en los que cae la población debido al sentido común es pensar que una privatización total de la educación sería una medida elitista que les impediría terminantemente a las personas de bajos recursos poder estudiar. Esta conclusión es totalmente incorrecta. En realidad la propuesta es que el Estado deje de ser el que provea la educación. El Estado se limitaría a dar vauchers que deben ser cambiados por los estudiantes en la institución educativa privada que quieran. Eso genera más igualdad, porque personas con pocos recursos podrán ir a los colegios más caros del país. En otras palabras, si el Estado privatiza todas las escuelas públicas, todo ese dinero iría destinado a vauchers (que son algo similar a becas, con la diferencia que no son dinero en efectivo, son papeles que únicamente se pueden canjear en instituciones educativas). Esto quiere decir que el sentido común nos llevaría a pensar que la privatización es una medida excluyente, pero todo lo contrario, absolutamente nadie se quedaría sin poder acceder a la educación.
En relación con ello, estadísticamente hoy en día cada vez más padres mandan a sus hijos a colegios privados. Esto quiere decir que la educación pública es cada día más deficiente y su calidad decrece, por eso su matrícula desciende. De lo que debemos tomar nota es que todos los ciudadanos (incluso los que mandan a sus hijos a la privada, e incluso niños pobres que ni siquiera van al colegio) estamos pagando la escuela pública por intermedio de los impuestos (es totalmente mentira que la educación es gratuita, deberíamos ir deconstruyendo ese adjetivo y reemplazarlo por "sin arancel"). Esto quiere decir que un padre que envía a su hijo a un colegio privado está pagando la educación dos veces: paga la educación pública (que no utiliza por el bajo nivel que le brinda el Estado) y paga la privada. Sería justo que a estas personas se les descuente el valor de la cuota del colegio privado del impuesto a las ganancias, evitando así el pago de lo mismo dos veces.
La lectura y el conocimiento son una ventaja absoluta para no caer en mentiras. Cuanto más lee una persona más independencia y libertad tendrá. Un ejemplo burdo, si yo afirmo muy convencido y con seguridad "Sherlock Holmes tenía baja estatura" una persona que nunca leyó sus libros podría llegar a creerme. En cambio quien leyó me contradirá y aseverará que esa aserción es totalmente incorrecta: "Sherlock Holmes era alto, el de baja estatura era Hércules Poirot".
En este aspecto, hay una creencia generalizada de que la última dictadura militar siguió un modelo económico "neoliberal". Si uno hace una encuesta entre la población la mayoría no sabría describir qué es el llamado "neoliberalismo" ni dónde surgió, ni quiénes son sus teóricos. Explicaremos esto brevemente, no obstante lo cual se recomienda profundizar en lecturas más especializadas. El término fue creado por el economista alemán Alexander Rüstow en 1938, pero nada tenía que ver con lo que hoy se entiende por "neoliberalismo". Por el contrario, en su emergencia el término refería al Estado de Bienestar, es decir un "nuevo" liberalismo que superara al liberalismo clásico (el de la escuela de Manchester) a través de un Estado fuerte que regulara el mercado.
Sin embargo, entre la década del setenta y principios de los ochenta este significante neoliberalismo se vio, como diría el semiólogo Roland Barthes, "expulsado" de su significado original y se apareó con otro significado (el actual) y resultando un signo con connotación peyorativa. Sin embargo, tampoco es propio y científico llamarlo así. Lo que coloquialmente se conoce así, es en realidad la corriente económica denominada "friedmanismo", es decir la teoría económica que propuso el Nobel de Economía Milton Friedman en la Universidad de Chicago. En muy resumidísimas cuentas (reiteramos que se recomienda al lector profundizar en la lectura de libros más específicos y complejos, como podría ser Free to Choose publicado en 1980 en conjunto por Friedman y su esposa Rose. También hay un documental homónimo) la escuela de Chicago pregona que el Estado se achique y no intervenga en el mercado/la economía y reduzca al mínimo los impuestos.
Ahora bien, ¿Verdaderamente el Proceso de Reorganización Nacional siguió la teoría del friedmanismo? ¿Acaso la dictadura militar no intervino en la economía? La realidad es que sí intervino, y muchísimo. En marzo de 1977 se inició un control de precios por 120 días, durante los cuales se congelaron los incrementos en los combustibles (a la postre estas medidas serían un fracaso absoluto). También el ministro de Economía José Alfredo Martínez de Hoz es conocido por haber implementado una "tablita cambiaria" en la cual el Estado de antemano iba decidiendo el valor que iba a estar el dólar respecto a la moneda nacional.
Además, con los impuestos de la gente, el intendente de la Capital Federal Osvaldo Cacciatore comenzó a hacer gran cantidad de obras públicas como autopistas, escuelas, parques públicos, etc. El gobierno nacional organizó una Copa Mundial de Fútbol (con el derroche de dinero que conllevan remodelaciones de estadios de fútbol, rutas, propaganda, etc) y lo más terrible de todo: se financió con el erario público, en nombre del anti imperialismo y el anti colonialismo, ¡una guerra contra una de las máximas potencias del mundo! Además, en el plano comercial, si bien popularmente se asocia al gobierno militar con una amistad con los Estados Unidos, la realidad marca que hubo acuerdos bilaterales por granos y soja con la Unión Soviética.
¿Qué tiene de "friedmanismo" un gobierno que hace semejante cantidad de obras públicas, que tiene acuerdos comerciales con la URSS, que le hace una guerra al imperialismo colonialista? Sólo aquel que no haya leído, que no se haya inmiscuido e interiorizado en el tema puede calificar como liberal a la última dictadura. Un estudio simple de las medidas económicas tomadas en esa época muestran ostensiblemente que lo que los militares aplicaron no fue friedmanisno, sino keynesianismo puro y duro: el Estado siempre intentó orientar la economía. Empero, la mayoría de la población desconoce la realidad de las cosas y se deja llevar por un relato que se va iterando a través del paso de los años. Todo aquel que se instruye, se da cuenta de la falsedad de ese relato.
De la misma manera, el economista y docente universitario Agustín Etchebarne muestra otro mito comúnmente divulgado: "el neoliberalismo únicamente reduce los impuestos a los ricos para favorecer un mayor enriquecimiento de su parte". Según Etchebarne esta es una mirada sesgada y totalmente parcial. Sin embargo, argumenta y contrapone él, el friedmanismo en realidad brinda oportunidades principal y primordialmente a todos los jóvenes con buenas ideas que quieren emprender un negocio y a toda la clase obrera en general, ya que como consumidores finales encontrarán más variedad de productos y mejores precios debido a la competencia.
Análogamente, en este inmenso océano de ignorancia en el cual la población está sumergida, está otra creencia generalizada: la de que el ahorro es malo. A los argentinos les han metido en la cabeza que la solución a los problemas de la economía es fomentar el consumo. Muy debatible, pero respetable. Lo que sí está totalmente equivocado es en pensar que ahorrar es exactamente contrario a consumir. ¡Es elemental que esto no es así, apenas utilizando el raciocinio uno tiene que darse cuenta de que esta afirmación es errónea! Cuando un individuo ahorra dinero, usualmente deja ese capital en un banco. Es ostensible que ese banco no guardará el dinero en una caja sin tocarse hasta que su cliente vuelva para retirarlo. ¡Es obvio que ese banco le prestará ese dinero a otro cliente para que ese cliente consuma! Ese dinero nunca se detendrá, el ahorro de una persona implica el consumo de otra persona. ¡Esto es básico! Pero incluso una persona que decida ahorrar en su hogar, está contribuyendo a la baja de la inflación, ya que al inmovilizar dinero en su casa, habrá menos dinero en la economía: habiendo menos dinero en la economía, los precios bajarán porque habrá menos unidades monetarias.
Imaginemos la siguiente situación, un remate en el cual hay oferentes que desean comprar objetos rematados. Supongamos que la cantidad de dinero de los oferentes es limitada (es decir, imagínate que vos vas a un remate con una suma fija), por decir un número 100 dólares cada uno. Es más que obvio que la mayor oferta únicamente podrá ser de 100 dólares. Esto es matemática pura. Ahora bien, si de repente ocurre que aparece más dinero de la nada. Supongamos que vos abrís tu billetera y mágicamente aparecen más billetes. ¡Podrás ofertar más de 100! Y si a todos los oferentes les ocurre lo mismo, todos podrán ofertar un número mayor. Uno dirá: "¡100!", luego otro "¡150!", luego otro "¡200!", luego otro "¡1000!". Y así potencialmente podrían estar hasta el infinito. Sin lugar a dudas, la cantidad de dinero es lo que dictamina los precios de los objetos en venta.
Tener una teoría equivocada tiene como consecuencia movernos del foco correcto al cual debemos apuntar. Una teoría totalmente errada y generalizada que recorre las urbes argentina es la que dice que "la inflación es el aumento generalizado de precios". Este concepción equivocada provoca que el ciudadano desvíe sus miradas en el empresariado y pierda su tiempo culpando a quien no tiene la culpa. La realidad es que la inflación implica verdaderamente la pérdida del poder adquisitivo del dinero. Esto quiere decir que la misma cantidad de dinero ya no alcanza para solventar un determinado bien. Si nosotros sabemos esto, el lugar de perder nuestro tiempo levantando el dedo acusador contra los comerciantes, depositaremos nuestra ira en los verdaderos culpables: las autoridades del Banco Central. Para los susodichos esta teoría equivocada que acabamos de mencionar resulta un chivo expiatorio perfecto, ya que desvía la atención del ciudadano hacia un inocente, que termina siendo atacado injustamente.
De la misma manera, y aunque suene inconexo, la educación sexual también influye fortísimamente en la economía y debe ser estudiada en las escuelas. El médico cirujano Juan Carlos Parodi (n. 1942) ha estudiado la evolución demográfica de las últimas décadas de la Argentina y, haciendo proyecciones, concluye que en las próxima cuatro décadas la Argentina va a ir acercándose a tener una pobreza del 80% (y creciendo). En términos estáticos nuestro país hoy tiene una pobreza aproximada de entre el 30 y el 35% de la población, sin embargo en términos dinámicos esta situación tiene una gran tendencia a acrecentarse exponencialmente. Esto se debe a que ese 30 % respecta a toda la población en general, no obstante en el caso de los niños menores de 14 años la pobreza asciende al 50 %. Por el contrario, vemos que hoy en día en la clase media con acceso a los niveles superiores de educación una tendencia a postergar el nacimiento de sus primogénitos (en lo promedio de madre primeriza -incluidas aquellas sin título superior- en la Ciudad de Buenos Aires es de 29 años).
El Dr. Parodi explica: "Las familias pobres tienen un promedio de 4,3 hijos por pareja y los no pobres, 2 por pareja. Si ustedes hacen una simple progresión geométrica con estos números, en tres generaciones los pobres generan 79,5 personas, casi 80, y los no pobres 16. Es decir que el crecimiento de los pobres es cinco veces más que los no pobres. [...] Con la proyección del crecimiento demográfico asimétrico, dentro de pocos años, la mayoría de los niños -futuros adultos de la Argentina- serán pobres, con capacidad mental disminuida y educación insuficiente. Y esto será así si no trabajamos para cambiarlo. [...] Los niños pobres están mal nutridos, desde el mismo embarazo de sus madres, y ya cuando nacen, su cociente es menor".
Por esta razón, la única solución a largo plazo para esta bomba de tiempo es la educación sexual, hay que propagar la enseñanza de métodos conceptivos, hay que explicar la responsabilidad que conlleva traer un niño al mundo, todas las familias deben entender que es un acto egoísta reproducirse si no están dadas las condiciones adecuadas para que ese futuro individuo pueda desarrollarse en la plenitud de su salud. En palabras de Parodi, hay que generar una "procración responsable".
A esto le podemos agregar también, que la educación sexual además prevendrá enfermedades de transmisión sexual. La educación para la salud en general es importantísima, ya que una población saludable es una población que utilizará menos hospitales públicos (generando un ahorro en los recursos del Estado) y que podrá ser mucho más eficaz (y por más tiempo) en el sector productivo.
Una pequeña mención al ahorro en el gasto público de la salud. Personas que están en contra el aborto aducen que les parece injusto que una mujer interrumpa su embarazo con dinero del erario público. Este es un criterio válido y digno de analizar. Ahora bien, pensemos lo opuesto. Hoy en día el aborto ya ocurre (de manera ilegal). En ese aspecto ¿adónde irá una mujer cuando este aborto ilegal sale mal? ¡al hospital publico! Y será muchísimo más caro para el contribuyente pagarle la cura (y ni que hablar si finalmente muere). Si el aborto se explica desde lo estrictamente económico, se comprobará que le costaría muchísimo menos dinero al Estado legalizarlo que prohibirlo. De hecho, el misoprostol (la droga que funciona para interrumpir un embarazo), si saliere del mercado negro, reduciría ostensible y exponencialmente su precio. Un producto prohibido, sea cual sea, siempre es más caro. Porque el mercado negro encarece los productos.
Cosas que la escuela no enseña:
Una de los errores más graves que transmite la escuela es no explicar de manera correcta (por no decir honesta intelectualmente) qué es el capitalismo, lo que provoca que el común de la ciudadanía asocie al capitalismo con la realidad que estamos viviendo. Graso error. Lo primero que deberíamos todos saber es que hoy en día el sistema que tenemos es un híbrido, no existe el capitalismo "puro". Conviven dentro del mismo sistema de un mismo país tanto socialismo como capitalismo en distintos porcentajes. En el mejor de los casos, con preponderancia capitalista.
El Dr. Domingo Felipe Cavallo explica que dentro de una economía tenemos al sector capitalista, que es el sector privado. Y también al sector socialista, representado por el sector público. Como verán, la escuela, al ser pública, es parte del sector socialista de la economía (lo que explica porqué no enseña qué es el capitalismo). ¿Cuál es la explicación para diferenciar esos sectores según este economista? Él sostiene que cuando una empresa se financia con clientes implica que privada, en cambio cuando se financia con impuestos es socialista, porque los impuestos son pagados por todo el conjunto de la sociedad, quiere decir que el financiamiento de esas empresa se socializa.
En este sentido, podemos formular la hipótesis de que o [a] las crisis no son generadas por el capitalismo, sino por el socialismo que convive con el capitalismo o [b] efectivamente el capitalismo genera crisis, pero el socialismo siempre empeora las cosas con las medicinas que utiliza para curar las enfermedades.
Uno de los típicos ejemplos que observa la escuela austríaca de economía es como los políticos, para ganar elecciones, hipertrofian la economía reduciendo las tasas de interés, fomentando el crédito. Esta estrategia es muy efectiva para ganar elecciones ya que los agentes de la economía consumen más. El problema es que este artificio provoca posteriormente una burbuja que tarde o temprano explotará. Al haber crédito barato, muchos emprendedores se endeudan para formar empresas que sin crédito barato no existirían, esto a su vez abre la posibilidad de la creación de empresas ineficientes o directamente malas empresas, a la larga deficitarias.
Cuando la burbuja explota, el castillo se cae a pedazos. ¿De quién es fue la culpa de la crisis, del capitalismo o del sector público (el socialista) que implementó esa política económica? Es claro que la baja artificial de las tasas de interés fue idea del sector socialista.
Ahora bien, supongamos que incluso aunque no fuese así, fue el sector privado el que cometió el error y bajó las tasas de interés o aumentó el crédito de manera equivocada. ¿Qué solución propone el Banco Central (es decir el banco de bancos, la institución que regula a los bancos)? Al ser el prestamista de última instancia, ante una crisis sale a hacer un salvataje de los bancos en problemas. ¿Cómo lo hace? Imprimiendo billetes o tomando sus deudas, lo cual a su vez implica socializar las pérdidas, es decir pasarle la cuenta a absolutamente toda la población.
En una crisis capitalista, si una empresa bancaria quiebra tristemente sus empleados quedan en la calle y sus acreedores pierden su dinero. Eso es cierto e irrefutable. Pero la solución socialista a este problema es que directamente toda la población pague esa crisis. En lugar de perder unos pocos X cantidad, se divide esa X cantidad entre todos.
El problema es todavía mucho más profundo, recomendamos el libro del economista Diego Giacomini Papel Pintado. Podemos concluir, entonces, que la escuela pública no enseña estas cosas porque mostraría los errores y los problemas que le traen a la economía una de sus instituciones hermanas dentro de la enorme familia de empresas socialistas: el Banco Central.
Hemos hablado previamente esta publicación sobre la virtud del ahorro. Según la escuela austriaca de economía, el dinero prestado financiado con ahorros genuinos (es decir el dinero prestado de manera no artificial, es decir el dinero prestado que tiene un respaldo en la banca) es el que verdaderamente traerá progreso sin caer en crisis posteriores generadas por burbujas financieras). Vean, entonces, que el foco del crecimiento sano y sostenible está puesto en el ahorro, NO en el gasto. Fijémonos que esto coincide con la tesis de Max Weber sobre el ascetismo y el espíritu del capitalismo. Según este filósofo alemán, el protestantismo fomentaba el trabajo (porque se consideraba al trabajo como vocacional, y como una obligación ética/moral) y el ascetismo (es decir, se rechazaban los gastos superfluos, el lujo, el derroche. Se consideraba el ahorro como lo correcto). Justamente esto es lo que le permitió a estos pequeños burgueses capitalizarse, convirtiéndose posteriormente en capitalistas. Es decir, que la teoría de Max Weber es totalmente compatible con la teoría de la escuela austriaca de economía.
Lo que se está observando es que lentamente (o incluso no tan lentamente) muchos alumnos se están empezando a dar cuenta de la trampa de las escuelas: el adoctrinamiento. Empieza a verse dentro del alumnado una cierta toma de conciencia de lo que hacen muchos profesores. Tal vez esto se deba a nuevas ideas que están surgiendo dentro de la ciudadanía. O quizá los profesores ya están siendo demasiado evidentes con sus adoctrinamientos. Empieza a verse cada vez más alumnos que adaptan su discurso para aprobar materias, incluso contra sus propias creencias, a sabiendas de que eso es lo que el profesor quiere leer. Es sorprendente el fenómeno.
Una de las materias donde más evidente es el adoctrinamiento en Argentina es en geografía. A priori uno podría considerarla una materia inofensiva, donde se describen los territorios. Sin embargo, comenzó a utilizarse como un caballo de Troya. Primeramente veamos cómo debería ser y luego cómo es. Esta materia parece súper tediosa. Nos obligan a aprender nombres de ríos como si fuese una lista de supermercado. No se entiende bien para qué sirven y por qué tenemos que aprenderlos, usualmente de memoria. La escuela no enseña a pensar ni a reflexionar, sino únicamente a repetir cosas como loritos. Así el alumnado nunca aprenderá. Aquí tenemos una propuesta de enseñanza de geografía: enseñar a Domingo Sarmiento y sus textos. Sí, sí. Leyeron bien. Leer a Sarmiento es una brillante idea para aprender no sólo geografía, sino el por qué de su importancia. Por un lado en Facundo, el autor explica con una prosa excelsa la geografía argentina. Pero lo mejor viene en el segundo tomo de Viajes, cuando recorre Estados Unidos. Sarmiento era un apasionado, tenía una prosa vívida, romántica, pasional. Leyéndolo a él entendemos el por qué de los ríos. Él cae en éxtasis cuando comienza a describir el Missuri, el Missisipi, el Colorado, el San Lorenzo. Y los compara con nuestros Pilcomayo, Bermejo, Paraná, Uruguay, etc.
¿Por qué tanto éxtasis por simples ríos? Justamente porque los ríos son los que posibilitan el progreso, la civilización, los mercados, el capitalismo. Sarmiento muestra como los ríos permiten el comercio y el desarrollo económico de las naciones. Y justamente él observa que en la Argentina no se aprovechan (ya en Facundo él mostraba que los ríos para el gaucho no sólo no trae progreso, sino que por el contrario es un obstáculo porque no sabe cruzarlo). A través de los ríos ve Sarmiento cruces constantes ida y vuelta de vapores que llevan y traen productos y textos literarios. Son los ríos los que permiten el crecimiento económico desde el interior de los países hacia el mundo, al igual que en la antiguedad lo eran los ríos (como por ejemplo el Nilo, que permitió el florecimiento de las ciudades del antiguo Egipto) que estaban conectadas al mar mediterráneo. Esto geografía no lo muestra, simplemente nos hace aprender nombres y nombres y nombres de ríos y saber dónde están en el mapa. Pero no queda claro por qué y para qué sirven.
¿De qué se ocupa entonces Geografía hoy en día? Simplemente de una cruzada cuasi religiosa contra el sector agroexportador. Manuales y manuales y manuales (todos hechos en la ciudad, obviamente, porque la ciudad tiene el monopolio del campo intelectual, ergo de la escritura y publicación de manuales escolares) que se ensañan contra el campo con el fin de transmitirles a los alumnos un odio visceral contra los chacareros (que no son llamadas chacareros, sino terratenientes latifundistas), de quienes "enseñan" que son grandes poseedores de enormes tierras, todos multimillonarios. El objetivo de este "aprendizaje" es hacerle creer a la ciudadanía que "es justo" aplicarles retenciones impositivas para que el Estado decida cómo repartir esas sumas. Podemos afirmar que el campo es el chivo expiatorio de una materia como Geografía, cuyo objetivo no es enseñar sino "justificar" su latrocinio y confiscación de dinero que no pertenece al Estado, sino a los chacareros, quienes son estigmatizados como oligarcas amarretes especuladores que son los grandes culpables de las crisis económicas.
Recapitulando, la Argentina hoy en día más que un gran ministro de economía necesita un docente que explique lo que ocurre, lo que hay que hacer, por qué hay que hacerlo y cómo hay que hacerlo. Esto me lleva a pensar que hoy en día son más importantes los intelectuales que los economistas. La función hoy en día del intelectual (que nunca puede depender del Estado) debe ser la de reflexionar, filosofar, deconstruir sobre creencias populares impuestas a la sociedad. Los intelectuales deben hacer docencia, deben democratizarle a la sociedad posibles soluciones, posibles pensamientos, posibles evidencias empíricas de cómo otros países han solucionado sus problemas. El debate público tiene que ir, urgente, por otro lado. Es función del intelectual, en conclusión, persuadir en el uso del razonamiento a los ciudadanos, es fomentar en el ágora todo lo que la escuela no está enseñando a hacer.
Ciertamente, los jóvenes tienen incentivos para no estudiar. Y ese incentivo es la corrupción. La situación y el sistema están tan deformados que un joven ve en televisión que los corruptos se llenan impunemente de dinero. Y que la forma de lograrlo no es estudiando, sino teniendo contactos poderosos, amigos del poder. Además, los canales de televisión rompen récords de ratingmostrando gente famosa exhibiendo la desnudez de sus cuerpos. Entonces la juventud puede pensar: "estudiar no es el camino para ser millonario, el camino es la corrupción". Estamos sumergidos en un problemón. Un círculo vicioso. Porque esos programas de televisión son consecuencia de la ignorancia, son consecuencia de la no educación de las masas.
Cuando la masa sea una masa educada, será ella misma la que demande los cambios imprescindibles para solucionar los problemas económicos del país. Los políticos no propondrán ellos la solución, serán los ciudadanos (una vez que hallan alcanzado el conocimiento correcto) los que les deberán exigir a los políticos las medidas indicadas que deberán tomar.
Por último, debemos brindar un poco de optimismo: el paso de esas espantosas cuarentenas mundiales tan destructivas ha dejado algunas pocas cosas buenas, una de ellas es una posible revolución educativa. La educación de excelencia debe cambiar con celeridad su rumbo con urgencia. Luego de tanto encierro, los buenos profesores deberán ser menos arrogantes y/o más eruditos. Hoy en día, hay tantos pero tantos profesores tan pero tan sabios y didácticos en YouTube que sería una falta total de humildad absoluta ponerse uno a enseñar algo que en YouTube está enseñado brillantemente por otro docente. Esto es lo que brinda el libre mercado y la libre competencia, un crecimiento exponencial del nivel del producto (en este caso, el educativo). Hoy en día la teoría podría tranquilamente aprenderse con YouTube, mientras que la práctica sí trabajarse con un docente presencial. Todo sería mejoría, porque se ganaría tiempo y calidad de aprendizaje. Los alumnos aprovecharían el tiempo aprendiendo la teoría en sus casas y desde los docentes más destacados en la enseñanza de los temas requeridos, mientras que dejarán de perder tiempo aprendiendo ese mismo tema con profesores menos calificados.
Sin embargo, el camino no será sencillo. Reflexionemos sobre lo conservadores que suelen ser los docentes, quienes están mostrando las garras y oponiendo su fuerte resistencia a esta revolución indeseada para muchos de ellos. Gran parte de los profesores defenestra el avance tecnológico. Es moneda corriente que, por ejemplo, los profesores de matemáticas prohiban tajantemente las calculadoras, obligando a los estudiantes a hacer las cuentas a mano como si todavía estuviésemos en los años cincuenta. Muchos docentes, incluso, creen en la estúpida e infundamentada teoría de que la tecnología nos quitará los empleos.
Esta teoría es errónea y va totalmente en contra de la evidencia empírica. Los cantidad total de empleos no se reducirá en absoluto (más bien, todo lo contrario), en todo caso los empleos actuales deberán reconvertirse. Pensemos en el ejemplo de los puestos de peaje: si bien es cierto que los trabajadores que están en las cabinas perderán sus puestos en caso de eliminarlas y reemplazarlas por escáneres que envíen automáticamente el costo al dueño de la patente del vehículo que pasó por allí, también es cierto que se crearán muchos otros puestos de trabajo en su reemplazo. A continuación, podremos ver algunos ejemplos.
Primero y principal, el peaje será más económico, ya que su dueño reducirá costos al no tener que pagar sueldos a los trabajadores de las cabinas. Esto le permitirá bajar el precio del servicio, lo cual es beneficioso para los automovilistas. Al tener que gastar menos en peajes, los automovilistas tendrán más dinero disponible en sus bolsillos. Este dinero no gastado les permitirá aumentar su consumo en otros rubros, lo que a su vez impulsará la economía. Incluso si el dueño del peaje decide no reducir los precios, los automovilistas seguirán obteniendo beneficios. Al no tener que detenerse en las cabinas y pasar directamente, consumirán menos combustible y no desgastarán sus frenos. Esto resultará en un ahorro de dinero que podrán destinar a otros rubros, como mencionamos anteriormente.
Cuando un ser humano reemplaza un trabajo humano por una máquina, como en el ejemplo de una familia que adquiere una aspiradora y trapeadora robot para reducir las visitas del personal doméstico, no se produce una disminución en la cantidad total de puestos laborales. En cambio, se produce una reasignación más eficiente de recursos. El dinero "ahorrado" al reducir los días de trabajo del personal doméstico puede ser utilizado en otros sectores más productivos de la economía. Esto puede generar nuevos empleos y estimular el crecimiento económico en diferentes áreas. Por lo tanto, el reemplazo de trabajadores por máquinas no necesariamente implica una pérdida de empleo, sino una optimización de recursos y una mayor eficiencia en la economía. La reasignación más eficiente de recursos impulsará el crecimiento económico en otros sectores.
Volvamos a los conservadores docentes (quienes incluso en un espíritu de supervivencia se defienden de ataques que nunca existieron, ataques que probablemente ellos mismos hayan inventado indirectamente: viven aclarando que los profesores nunca podrán ser reemplazados por máquinas, lo cual es una obviedad). Ellos también piensan que los alumnos harán trampas con la tecnología. Nada más alejado de la realidad. Y en última instancia, quien haga trampas se perjudicará él mismo (lo cual debería resultarnos indiferente). El buen alumno utilizará la tecnología en beneficio de su propio aprendizaje. Existen jóvenes estudiantes, los cuales nacieron en plena cuarta revolución industrial (la revolución de la Internet) y que no usan la tecnología por las prohibiciones de sus docentes. Fueron convencidos Foucaulteanamente de ello, los docentes conservadores les metieron eso en la cabeza. En oposición a ello, desde este blog los invitamos a usar el chat con la inteligencia artificial, a usar las aplicaciones de matemáticas que resuelven las cuentas, etc. Por supuesto que puede hacerse trampa con esas cosas, pero NO es la idea hacer eso. Los alumnos pueden seguir haciendo las cuentas a mano, a la vieja usanza, pero una vez resuelta la cuenta consultar con la app si el resultado es correcto. En caso de serlo, bienvenido sea. Y en caso de no serlo, es bueno saber que nos equivocamos para volver a intentarlo hasta llegar al resultado esperado.
En conclusión, deberíamos reclamarles a los docentes que dejen de quejarse. Es cierto que la inteligencia artificial puede hacerle una tarea escrita a un alumno, quien tranquilamente puede entregar un texto que él no escribió. No se ahogue en un vaso de agua, señor docente: tómele lección oral y solucionado el problema. Encima de todo, se llevará menos trabajo a su casa para corregir y podrá disfrutar de su ocio (en el cual tal vez por qué no podrá leer un buen libro, el cual al usted haberlo comprado, estará una vez moviendo la rueda de la economía -incluso aunque le haya sacado fotocopias-).
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