Literatura brasileña: Sherlock Holmes en Río de Janeiro. ¿Sherlock Holmes? en Río de Janeiro. Mímesis y mundos posibles.

Aunque parezca poco creíble, este blog estaba destinado en un principio a la literatura en general y más precisamente a la británica. Las circunstancias de la vida fueron llevan a este blog a convertirse en un blog semi anarquista. No sé qué acaeció ni cómo se llegó a eso. La situación se fue yendo de las manos. Pero volvamos a las bases por un momento y comentemos algo sobre una aventura, en la capital brasileña del siglo XIX, del detective inglés por antonomasia.

Siempre resulta un tópico divertente notar las divergencias y variaciones que pueden experimentar determinados personajes. Esta es una posibilidad que brinda el arte. Los personajes pueden sufrir metamorfosis a lo largo de sus "vidas". Esto lo podemos ver cabalmente, verbigracia, en personajes como James Bond, quien en su caso fue interpretado por al menos seis distintos actores, cada cual dándole una impronta distinta al más famoso de los agentes secretos británicos (apostilla: ¡qué oxímoron ser el más famoso de los agentes secretos...!), es determinante imposible que dos actores encarnen al mismo personaje con un sincretismo perfecto. De hecho el mismo George Lazenby (el segundo actor en interpretar a JB, es decir el primer reemplazante) cuando ni bien comenzada su película, recién terminada la primera pelea que padece (en la cual, si bien terminó vencedor, había recibido una fuerte golpiza) mira a la cámara y dice: "Esto nunca le pasaba al otro". Obviamente también podemos observar esto en la literatura, por ejemplo en el personaje Ulises, el héroe de La Odisea de Homero, quien también aparece en el Ajax de Sófocles con otra impronta.

En la presente publicación ponderaremos sobre la aparición de Holmes en Río de Janeiro, en el libro no canónico Candomblé, caipirinha y Sherlock Holmes de Jô Soares (un escritor y comediante carioca) de 1995 (es decir que el libro se escribe más de un siglo después de la historia del mismo).

Las disidencias con el canon de Arthur Conan Doyle son ostensibles desde un primer momento: el libro no es narrado por Watson, sino con un narrador omnisciente en tercera persona. Pero enfoquémonos en el mítico detective londinense. El tópico del libro es más que interesante. Holmes tiene que resolver un caso en Río de Janeiro, una de las más bellas ciudades del mundo. Ciertamente cualquier lector holmesiano se vería persuadido de conseguir un ejemplar de este libro. La obra es amena, divertida y recomendable.

Pero no esperen ver en este escritor a Conan Doyle. Soares logra alguna cosas canónicas y otras no (tampoco sabemos si se lo propuso). Las fechas están bien respetadas, esta historia se desarrolla en 1886 con Holmes con 32 años (coincide con su edad canónica). Incluso el contexto histórico es correcto, la actriz francesa Sarah Bernhardt estuvo en Brasil en el mencionado año.

Sin embargo en este libro vemos un Holmes con otras actitudes, parece un Holmes más inmaduro y falible. Su forma de ser no concuerda con el Holmes infalible y con un intelecto superior de Estudio en escarlata, historia que se desarrolla en 1878, es decir ocho años antes del viaje a Río. Es incoherente que en 1886 Holmes se muestre más inexperto que ocho años antes. El problema con el que se encuentra el escritor carioca es el Dr. Watson (a quien le dedicaremos más adelante un pequeño párrafo). Holmes y Watson son inseparables. No se concibe ver al detective sin la compañía de su mejor amigo. La presencia de Watson en el viaje reafirma que ya pasó 1878, año en el que se conocieron. Habría tomado más sentido el libro si Holmes hubiese viajado antes de 1878, cuando ya mostraba su intelecto superior.

En este libro Holmes en ningún momento ningunea a poca inteligencia de nadie, algo que es moneda corriente en el Holmes de Doyle. El Holmes de Doyle es pedante y engreído (nota de color, ya que estamos hablando de distintas improntas del personaje. Nunca tan pedante y engreído como el Holmes de la serie Sherlock, interpretado por Benedict Cumberbatch. De hecho no conozco otro Holmes con ese nivel de pedantería y engreimiento), el Holmes de Soares es amable y respetuoso con todos.

Sherlock se enamora de una mulata en el libro. Esto tiene una cierta lógica de verosimilitud. Ciertamente Río de Janeiro es la ciudad de la herejía, la fornicación, el anarquismo sexual y la procacidad (de hecho es un tema axial de la historia). Es verosímil que alguien caiga en las redes de la lujuria en esta ciudad. Río de Janeiro despierta sexualidad. Por un lado, esto tiene lógica. Mas por otro, Sherlock Holmes nunca puede caer en las trampas del amor. Holmes canónico sentencia en El signo de los cuatro "El amor es una cosa emocional, y todo lo que sea emocional es opuesto a la fría y verídica razón que yo pongo por encima de todas las cosas" (traducción mía).

Aquí comenzamos a ver en el autor de la obra el nacionalismo característico de la sociedad brasileña, el libro es muy pero muy brasileño. El libro destaca, consciente o inconscientemente (no podemos certificarlo), la cultura brasileña. Se hace una exaltación de dicha cultura, es un homenaje al ego brasileño. No podemos certificar si es consciente o inconscientemente porque no sabemos si esto se debe a la demanda del mercado (el libro llegó a ser best seller en Brasil) o si al autor, al ser tan brasileño, le salió así porque así piensan los brasileños. Acá se forma una dialéctica. ¿El libro se convirtió en best seller brasileño por su contenido o su contenido está hecho adrede así porque es lo que el lector/consumidor brasileño espera?

Esto nos conduce a la teoría de Umberto Eco sobre el lector modelo. Aquí, ¿tenemos un lector modelo o un escritor modelo? ¿O las dos cosas? En términos de economía de mercado clásica. ¿Es la demanda la que lleva al libro a ser best seller o es la oferta? No podemos asegurarlo desde aquí.

El hecho de que Holmes se enamore, al nivel de proponerle casamiento e invitarla a irse con él a Londres a una señorita (ciertamente una actitud más digna del enamoradizo Dr. Watson que de este frío y calculador detective) nos hace pensar indirectamente que el escritor lo que muestra es "en Brasil hasta el propio Sherlock Holmes deja su asexualidad para enamorarse de una nativa. Ni el positivista y racionalista más exacerbado puede evitar caer a los más bajos instintos carnales ante las mujeres brasileñas".

Pero además hay otro detalle que no podemos dejar de tener en cuenta, Holmes dictaminó la frase que traducimos anteriormente antes de conocer a Irene Adler. Muchos especialistas proponen que Adler fue la única mujer que enamoró a Holmes, si bien esto tampoco está confirmado ya que en el canon nunca se concretó nada entre ellos. Llegado el caso, es decir omitiendo esto, ¿por qué motivo podría Holmes enamorarse de Adler? Holmes es totalmente misógeno y considera al género femenino como un ser inferior, sin embargo el único ser humano que logra derrotarlo es una mujer: Adler. En el hipotético caso de que Holmes canónico se enamore de ella, es únicamente por su intelecto. Volvamos al libro brasileño, Holmes nunca debería enamorarse de una mujer por sus dotes y belleza físicos.

Otro detalle garrafal que falla es que Holmes, si bien en términos técnicos cumple con el pedido que lo convocó a Río (recuperar un violín Stradivarius robado), lo encontró de casualidad. No tuvo mucho mérito. El Stradivarius finalmente aparece en su habitación. Finalmente el Emperador se lo ofrece como regalo. Esto nuevamente marca la importancia de Brasil, el violín que tiene Holmes en sus libros es entonces conseguido en este país. Se da a entender la importancia de Brasil en la vida de Holmes. Cada vez que toca el instrumento, está Brasil presente.

Sin embargo, si bien fue convocado para encontrar el Stradivarius, al llegar a Río empieza a haber una serie de asesinatos. Al momento de volverse a Inglaterra, Holmes no pudo resolver el misterio ni encontrar al asesino. Holmes ha fallado, ha fracasado. No sin antes "inventar" un nuevo término: "serial killer" (quien finalmente será Jack el Destripador, es decir que el susodicho es brasileño. Es decir que el asesino más misterioso e impune de Londres fue brasileño, otro nacionalismo por parte de Soares. Brasil derrotará no sólo a Homles, sino a toda Inglaterra). Entonces el libro muestra que este sintagma calificado fue inventado por Holmes en tierras cariocas, lo mismo que el sustantivo caipirinha fue inventado por Watson. Y es Sarah Bernhardt la que le sugiere a Watson escribir las historias de Holmes (esto explica por qué el libro no está narrado por Watson, hasta este viaje él no escribía las historias de su amigo).

Como habíamos prometido, le dedicamos unas líneas a este médico. La figura de Watson está desdibujada en este libro, no ayuda en absoluto a Holmes en el caso, no entiende la lengua portuguesa, motivo por el cual es aísla con asiduidad de las reuniones y se vuelve a su hotel. Se lo nota malhumorado constantemente y con muchas ganas de volverse a su país. Curiosamente el personaje más enamoradísimo de Doyle no hace prácticamente menciones a brasileña alguna ni corteja a ninguna. Pareciese no disfrutar Brasil (algo insólito).

Volviendo a Holmes, consideramos un error garrafal que el detective no pueda resolver el caso. Holmes se ve superado en Brasil. Esta es otra de las grandilocuencias del nacionalismo brasileño. Brasil derrota a Holmes. Holmes parece un buen detective, pero común y corriente. Holmes duerme tranquilo en su estadía en Brasil. Esto al canónico no le podría ocurrir jamás. El detective de Doyle no duerme hasta no resolver sus casos, su desesperación y su profesionalismo lo llevan a trabajar ininterrumpidamente de sol a sol. Tampoco Holmes consume fármacos cuando tiene un caso. El Holmes de Soares, por el contrario, vive drogándose.

A medida que va avanzando el texto el lector holmesiano clásico nunca pierde la esperanza de que nuestro héroe resuelva los crímenes que van aconteciendo. Las hojas van pasando, cada vez quedan menos para terminar el libro. Se espera que el rumbo cambié en 180, que pasemos de este Holmes derrotado a un Holmes que a ultimísimo momento saque una as debajo de alguna de sus mangas, nos diga que estaba mostrándose confundido para despistar al criminal, y nos sorprenda a todos con la resolución del caso. Sin embargo eso nunca ocurrirá. Holmes volverá a Londres diciéndole a Watson que omita de publicar nunca esta historia en tierras brasileñas, este misterio que él no pudo resolver. Aquí Soares abre una arista y una incógnita polémica. ¿El Sherlock Holmes canónico pudo haber hecho lo mismo? ¿El Dr. Watson canónico pudo habernos omitido historias y sólo publicado las exitosas de su amigo? Se presta a la sospecha. Un buen amigo no mostraría las falencias compañero. Como mínimo es para pensarlo y replantearlo. Aunque algo es cierto, en "Un escándalo en Bohemia", como habíamos visto antes, vemos a Holmes que no pudo derrotar a Adler, aunque probablemente el lector avezado sabe que esa si bien no fue una victoria, tampoco fue una derrota. Podemos considerar el encuentro de Adler y Holmes como un empate. Holmes nunca pierde. Al menos en las historias canónicas de Watson.

Lo que sí resulta divertido y un acierto es que Holmes, en este libro, dice la famosa frase: "Elemental, mi querido Watson" que en el canon nunca se pronuncia. Esta frase ha sido popularizada por las películas más antiguas de Holmes, pero ya es un clásico del detective (incluso aunque no sea canónimo) así como es un clásico que Hamlet tenga una calavera en su mano cuando dice su famoso "ser o no ser" (en la obra original de Shakespeare el príncipe de Dinamarca no tenía una calavera en la mano al momento de su soliloquio).

En conclusión creemos que el libro es interesante y merece ser leído. Pero sin lugar a dudas Doyle no hubiese escrito esa obra bajo ningún punto de vista. Nos parece una excelente idea que Holmes viaje a Río de Janeiro, pero creemos que este Holmes, cómo mínimo, vino más de vacaciones que a ser el profesional empírico clásico que todos conocemos.

La serie Sherlock aquí tiene algunas ideas para hacer una quinta temporada, la cual se está haciendo desear mucho (probablemente por falta de buenos libretos, justamente). Hacer viajar al personaje de Benedict a importantes ciudades del mundo como puede ser Río de Janeiro. ¿Por qué no pensar también en Nueva York, La Habana, Tokio, El Cairo? Creo que sería más que interesante.


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