Hood

Inglaterra feudal y Robin Hood

Introducción

Para comprender a Robin Hood no basta con imaginar bosques y flechas. Hay que mirar la estructura del poder. Inglaterra, tras la invasión normanda, quedó organizada como una pirámide de obediencias: en la cúspide, el rey; debajo, condes, barones y abades; más abajo, alguaciles y sheriffs; y, en la base, quienes trabajaban la tierra. En 1066 los normandos impusieron su dominio sobre los sajones; un siglo más tarde, Enrique II consolidó ese orden. Su hijo Ricardo Corazón de León heredó la corona en 1189 y partió a la Tercera Cruzada (guerra religiosa); en su ausencia, su hermano Juan Sin Tierra cargó a los más débiles con impuestos cada vez más pesados. Ese es el paisaje en el que nace la leyenda de Robin Hood.

1) ¿Qué es el feudalismo?

El feudalismo era un sistema de privilegios. El señor ofrecía protección y tierra; el campesino debía entregar trabajo, dinero o parte de la cosecha. En teoría parecía un acuerdo; en la práctica, si el campesino no cumplía, aparecía la fuerza: el sheriff (funcionario armado del poder) o los hombres del abad (poder religioso con tierras y rentas). En una sociedad libre, las relaciones se basan en consentimiento y propiedad privada; en el feudalismo, la clave era la cobranza forzada. Juan Sin Tierra no generaba riqueza: la quitaba al campesinado mediante cobros y multas. Ese traslado de recursos del trabajador al poderoso es el dato económico más importante del período.

2) La “ley del bosque” y por qué importa

Los reyes reservaron grandes áreas —como Sherwood— para su caza. Las leyes forestales decían que los ciervos y otros animales eran propiedad del rey y castigaban con dureza a quien cazara para comer. Cuando un hombre con hambre atrapaba un ciervo pequeño para alimentarse, no dañaba a nadie en realidad; pero el poder lo castigaba como si hubiera cometido un gran delito. Esa injusticia —hambre para unos, lujo para otros— explica por qué muchos perseguidos buscaron refugio en el bosque y se unieron bajo un código de ayuda mutua y resistencia.

3) ¿Quién es Robin Hood?

Robin Hood es un personaje legendario mencionado por primera vez en 1377, cuando William Langland cita los “romances de Robin Hood” en Piers Plowman. No se trata de un documento oficial, sino de poesía: prueba de que ya circulaban historias sobre un arquero fuera de la ley. Con el tiempo, canciones y cuentos fueron sumando aventuras, compañeros —Pequeño Juan, fraile Tuck— y enemigos —el sheriff de Nottingham, el abad de Santa María—. En esas versiones aparecen con claridad los temas centrales: campesinos perseguidos, Lady Marian, impuestos injustos y un pueblo que se organiza en comunidad.

4) ¿Robar a los ricos para dar a los pobres?

La pregunta importante no es “¿rico o pobre?” sino “¿cómo obtuvo su riqueza?”. Si un rico acumulaba gracias a privilegios dados por el poder —monopolios, exenciones, diezmos forzosos—, su ingreso no nacía del trabajo voluntario, sino del abuso legal. En cambio, el pequeño comerciante o el campesino que producían y ahorraban no eran enemigos de nadie. Por eso, en las mejores versiones, la banda no atacaba a trabajadores ni viajeros humildes; su blanco eran quienes usaban la ley para despojar, como el sheriff o los agentes del abad. Esa diferencia entre propiedad legítima y riqueza injusta es clave para entender la justicia del héroe.

5) El sheriff y el abad: dos caras del mismo poder

El sheriff no era malo por gusto personal, sino por su cargo: debía cobrar impuestos y hacer cumplir castigos. El abad era jefe de un monasterio, pero también dueño de tierras y prestamista con privilegios especiales. Ambos se parecían en algo: tenían impunidad para actuar tras muros, sellos y guardias. Los cuentos muestran torneos donde la habilidad vence a la soberbia, emboscadas que ridiculizan al sheriff y rescates que devuelven tierras a sus dueños originales. Para los jóvenes, la imagen es clara: impuestos arriba, hambre abajo; arbitrariedad en el medio.

6) El “código de los proscritos”

En Sherwood nació un código propio: no dañar a los campesinos, proteger a las mujeres, compartir con los necesitados y juzgar a los enemigos por sus actos, no por sus títulos. Ese conjunto de reglas, aceptadas voluntariamente, muestra que las personas pueden cooperar sin un poder central que las vigile todo el tiempo. La autoridad de Robin no venía de un título real, sino de su mérito, valentía y confianza que generaba entre sus compañeros.

7) Economía moral para principiantes

  • Impuestos: no son regalos; son cargas. Si crecen sin límite, empobrecen al productor, destruyen ahorro y reducen la capacidad de enfrentar un mal invierno.
  • Privilegios: cuando la ley elige ganadores (monopolios, rentas eclesiásticas, peajes), distorsiona los precios y quita riqueza al que produce para dársela al que manda.
  • Resistencia: no toda desobediencia es “delito”; a veces es defensa justa frente a una norma que ataca derechos básicos (vida, libertad, propiedad).

8) ¿Y la historia “real”?

Los historiadores discuten si hubo uno o varios Robin, si vivió en otra fecha, o si fue mezcla de distintos personajes. Lo importante para la clase es preguntar: ¿qué problema trata de resolver la leyenda?. La respuesta poética es un arquero en el bosque que protege a los humildes; la respuesta histórica, siglos después, fue poner límites al poder y derechos frente a impuestos y castigos injustos.

Glosario para 13 años

Feudo
Paquete de tierras entregado por el señor a cambio de trabajo o servicios.
Sheriff
Autoridad local del rey; cobraba impuestos, ponía multas y arrestaba.
Abad
Jefe de un monasterio; en esa época, también dueño de muchas tierras.
Proscrito
Persona declarada “fuera de la ley”; cualquiera podía capturarla.
Sherwood
Bosque cercano a Nottingham, escenario clásico de la leyenda.

Epílogo pedagógico

No aprendemos de Robin a “odiar al rico”, sino a desconfiar de los privilegios; no aprendemos a “romper la ley”, sino a discernir entre ley justa y ley injusta; no glorificamos la violencia, sino el coraje cívico que, en las leyendas, toma forma de arco y, en la vida civilizada, se expresa en límites y derechos.

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